Estaba trabajando en la redacción 24 horas cuando me llegó un aviso de un corresponsal nuestro que decía haber visto entrar varios coches lujosos en la villa de Stephenie Meyer. “Sarah te sustituirá”, decía el mensaje, “tú ve a investigar”.
En ese momento alguien entró en la redacción. Era mi compañera Sarah.
-¡Venga, vete!-me apremió.-¡Hay una exclusiva ahí fuera y tú estás perdiendo el tiempo! ¡Largo!
Cogí mi cámara nocturna y el equipo de escucha a largas distancias y salí pitando hacia el lujoso caserón propiedad de la escritora. Se veían luces en la planta baja de la mansión.
Me fue fácil saltar la verja, Stephenie no tenía colocada ninguna trampa en el jardín, sólo poseía alarmas de esas que suenan cuando abres una puerta o una ventana. Miré con escepticismo la entrada para el gato en la puerta trasera. La pequeña puertecita estaba equipada con su propia alarma, aunque pocos ladrones hubieran podido entrar por ahí.
Me aproximé con cautela a una de las ventanas que irradiaban luz y me apresuré a pegar el parche-micrófono en el cristal. Conecté mis audífonos y busqué la frecuencia para escuchar la conversación. Empecé a oír con claridad:
-¡Pero no podemos vivir ocultos para siempre!-aquella sonaba como la voz de Rob Pattinson. Estaba enfadado.
-Y qué quieres que hagamos, ¿revelar el secreto a todo el mundo?-me sorprendió que Stephenie tuteara a Rob. La mujer casi escupió las palabras.
-Bueno, tampoco es cuestión de pasarse-la voz de Kristen intentaba calmar a las otras dos voces, que discutían incesantemente.
-No todo es blanco o negro, tenemos varias opciones-aquella voz conocida me sobresaltó. No esperaba que hubiera más gente, aparte de Stephenie, Rob y Kristen. -No hay motivos para discutir, estamos todos juntos en esto y no hay vuelta atrás.-¿de quién podía ser esa voz? La conocía de alguna parte, la había oído antes, pero ¿quién...?
-Chicos, Rihanna tiene razón-dijo Kristen. Espera, ¿Rihanna? ¿Qué tenía Rihanna que ver con todo esto? La voz era suya, desde luego.-¿Según tu criterio, cuáles son nuestras opciones?
-Podemos hacer que todos sean como nosotros.
-¿To-todo Hollywood?-Stephenie vaciló.
-Todo el mundo.
-¿Y de qué nos alimentaríamos?-preguntó desafiante Rob.
-Pues de animales-respondió Rihanna, como si fuera obvio.
-Pero-objetó Kristen.- los humanos hemos acabado con muchas especies por comida. Si nuestra ansia aumentara...
-...no habría animales-Stephenie terminó la frase. Sonó como una sentencia a muerte.
Durante unos segundos, hubo un silencio sepulcral. Temí haber perdido la señal, hasta que la voz de Rob resonó en la habitación:
-¿Hay más opciones?
-Por supuesto-respondió enseguida Rihanna.- Podemos suicidarnos todos.
-Otra.
-¿Ofrecernos como candidatos a viajar al espacio y matarnos aposta y que parezca un accidente?-sugirió Rihanna.
-¿Hay algo que no implique la muerte de nadie?-preguntó Kristen con un deje de desesperación en su voz.
-De hecho sólo quedan las opciones que discutían Robert y Stephenie-se resignó Rihanna.
-Y volvemos a estar como antes-suspiró Rob.
Miré discretamente por la esquina de la ventana y vi a Stephenie, Rob, Kristen y Rihanna de pie en el centro de la estancia. Podía ver la esquina de un sofá del que sobresalían unas piernas con vaqueros y converse lilas. Una adolescente. No podía verle la cara pero si podía ver su mano, que, apoyada en el lateral del sofá, jugueteaba con un mechón de pelo rubio, liso.
De repente, Rob miró fríamente en mi dirección y me agaché rápidamente. Creo que no me vio.
-¿Qué creéis que nos harán si revelamos el secreto?-preguntó una voz dulce, que supuse de la adolescente.
-Pues matarnos, ¿qué otra cosa querrían hacer?-otra voz de mujer desconocida resonó descaradamente en la habitación, respondiendo a la pregunta de la chica rubia.
-Tal vez no nos maten-la contradijo Rihanna suavemente.-pero lo más seguro es que estén desesperados por hacernos una autopsia. Nos querrán muertos.
-¿Y si no lo decimos?-sugirió Rob.
-Sería muy raro que ninguno de nosotros saliera nunca más de casa-dijo Kristen.
-Peor sería que no pudiéramos salir de casa porque quieren diseccionarnos-replicó Rob.-Yo prefiero la primera opción.
Hubo un murmullo general de aprobación.
-No deberías haber escuchado nada-una voz masculina a mi espalda me hizo estremecerme de miedo. No pude ver quién era, ya que un golpe me hizo perder el conocimiento.