20/10/09

17 - La Nación Del Sol Naciente


-Eh... chicas, hemos llegado... chicas, despertaos... ¡¡¡CHICAS!!!

-¡¡¡Aaaah!!!-solté un alarido tremendo y la mitad del avión se me quedó mirando.

-Kristen, ¿para qué gritas? Maldita sea, con lo bien que estábamos...-refunfuñó Dakota y se estiró como un gato en su asiento.

-Eso mismo...-dijo a su vez Vanessa entre bostezos. Zac la miró, sonrió, se sentó junto a ella y le dio un beso. Dakota puso cara de haber chupado un limón y se levantó, en busca de su mochila, en algún lugar debajo de los asientos. Yo cogí la mía y me levanté.

Todos salimos del avión en tropel. No sabíamos en qué parte del mundo estábamos, hasta que vimos el área de compras del aeropuerto...

Todos los locales tenían enormes carteles en letras que parecían chinas.

-Welcome to Tokio-se oyó una voz femenina por los altavoces.

-¿¿¿Tokio???

Dakota no se lo creía.

-Venga, vámonos de aquí. Chicos, id a buscar las maletas. Chicas, nosotras nos ocupamos de los coches de alquiler y las reservas de hotel. Nos vemos en la salida en quince minutos-nos organizó Stephenie y le dio un beso a Paulo, Kristen a Rob, Vanessa a Zac y Lindsay le dio un leve puñetazo a Johnny en el brazo, y todos rieron. Los chicos se fueron y Stephenie nos dividió en dos grupos.-A ver, Kristen, Lindsay, Dakota y tú-me señaló.-vais a alquilar tres coches. Es necesario que tengan los cristales tintados y que los tres sean de distinto color. Ah, y espaciosos. Robyn, Vanessa y yo vamos a hacer la reserva de hotel. Nos vemos en la salida.

Kristen nos guió hasta una caseta en la que había un cartel con coches relucientes. Dentro había una muchacha joven, de ojos rasgados.

-¿Desean alquilal un coche?-el acento de la chica casi me hace reír, pero me contuve por respeto.

-Tres, por favor-respondió Kristen.-Necesitamos tres coches con cristales tintados, que sean espaciosos y no llamen mucho la atención. Y que sean de distintos colores, por favor.

-Tles coches espaciosos, clistales tintados y de distinto colol. Enseguida-contestó con una sonrisa y empezó a teclear frenéticamente en su ordenador.

-¿Pol cuánto tiempo desean alquilal los coches?-preguntó la chica.

-Hum... Steph no me ha dicho nada...-murmuró Kristen pensativa y en ese momento sonó un móvil y Kristen respondió.

-...Me lo has dicho justo a tiempo, mujer. Adiós...-Kristen colgó y se apresuró a contestarle a la chica japonesa.-Veinticuatro horas, por favor

-Veinticuatlo holas... Muy bien, en veinticuatlo holas debelán tlael los coches al apalcamiento de nuestla emplesa, que está detlás del aelopuelto. Son...-la chica hizo cálculos y le dijo a Kristen cuánto debía pagar. Kristen preguntó que si podía pagar en dólares y ella dijo que sí, y la transacción estuvo completada en unos segundos. La japonesa le pasó tres papeles a Kristen.

-¿Dónde cogemos los coches?-preguntó Kristen amablemente.

-Les deben estal espelando en la entlada. Son un Fiat azul, un Citloën C3 lojo y un Toyota Land Cluiser glis. ¡Glacias pol alquilal nuestlos coches!

Kristen caminó con paso decidido hasta la salida del aeropuerto, con nosotras tres siguiéndola. En la salida ya nos estaban esperando los demás.

-Cuánto habéis tardado, chicas-sonrió Rob y Kristen le dio un beso en la mejilla.-¿Y los coches?

En ese momento un Fiat enano de color azul eléctrico apareció y un hombre también japonés vestido de traje bajó de él, con una llave en la mano, dudoso. Kristen caminó deprisa hacia él y le enseñó el papel, y el hombre sonrió y le dio la llave. A la señal de Kristen, los chicos cargaron el pequeñísimo maletero con una parte de las maletas. Cuando hubieron cargado la primera maleta apareció un Citroën C3 rojo. El proceso se repitió y se volvió a repetir cuando al fin vino un Toyota enorme de color plata.

Todos montamos en los coches desordenadamente. Stephenie cogió el Toyota, que por descontado era el más grande y con más aspecto de jefe. Kristen se apropió del Fiat y Vanessa del Citroën, que le favorecía mucho.

Guiados por Stephenie y Paulo, al final, en fila india y después de perdernos un par de veces (y encontrarnos con ayuda de los walkie-talkies) llegamos a un edificio imponente cuyas ventanas brillaban como diamantes, reflejando la luz del sol y de las luces de Tokio. Estaba amaneciendo, y los trasnochadores se mezclaban con los madrugadores, unos de ida y otros de vuelta. La ciudad de Tokio se caracterizaba por estar siempre viva, y en estos momentos se apreciaba con detalle.

Los mozos nos ayudaron a bajar el equipaje y montarlo todo en un carro (Rob se empeñó en llevar él la guitarra al ver como uno de los mozos la apartaba con descuido) y subimos todos, los mozos con el carro, Paulo y Stephenie en un ascensor y Rihanna, Lindsay, Rob, Kristen, Vanessa, Zac, Johnny, Dakota y yo en el otro. Lindsay le leyó el pensamiento a Stephenie y marcó el número de la planta.

Llegamos a una planta decorada muy ostentosamente. Los mozos nos guiaron hasta una puerta gigante que estaba al final del pasillo, y cuando la abrieron, todas las chicas, menos Lindsay y Kristen, soltamos un grito de asombro.

Era enorme. Era una especie de salón grandísimo decorado en un estilo entre occidental y oriental. Había sofás y tele pero también una mesa y cojines en el suelo, y unos preciosos cuadros de flores, posiblemente acuarelas, colgadas de las paredes. Era simplemente una preciosidad.

Los mozos dejaron las maletas junto a la puerta y se despidieron, dejándonos a solas.

5/10/09

16 - Airport Mania


Como dos coches no bastaban para transportarnos a nosotros y a todas nuestras maletas, Stephenie llevó a Vanessa a su casa para que cogiera su coche y pudiera hacer de chófer.

Cuando ellas volvieron, nosotros ya habíamos dividido todo el equipaje en tres partes que pesaban más o menos lo mismo (lo comprobé personalmente) y también nosotros nos habíamos distribuido en grupos. Por supuesto Dakota y Vanessa y Zac iban en coches separados, y Johnny y Lindsay juntos, para evitar aburrimientos. Dakota y yo juntas... Rob y Kristen, Stephenie y Paulo... Un auténtico puzzle ponerlos a todos bien. Pero gracias a las dotes ajedrecísticas de Johnny y Kristen lo conseguimos.

Para cuando Stephenie y Vanessa habían llegado, ya el BMW negro y el Mini azul marino estaban cargados, y las personas y equipaje sobrantes estaban fuera, esperando.

Teníamos un sistema para comunicarnos de coche a coche. Cada copiloto tenía dos walkie-talkies, y teníamos nombres. El coche de Stephenie era Murciélago, el de Kristen era Mar, y el de Vanessa, rojo intenso, era Fresa.

La autopista hasta el aeropuerto internacional era de veinte km, y mientras llegábamos estuvimos haciendo estupideces por el walkie-talkie. Como la ocurrencia de Johnny: “Fresa, ¿¿quieres nata??” y la respuesta de Dakota desde el coche de Stephenie “¡Ricoo! Me gustan las fresas con nata”. La frase del día.

Cuando llegamos al aeropuerto, Stephenie y Paulo nos estaban apresurando. Sólo ellos sabían a dónde íbamos, y por lo visto el avión salía en quince minutos. Una mirada a la pantalla de salidas me aseguró que volábamos a Dubai. O Tokio. ¿O tal vez Nueva Zelanda? Quizá Siberia. Salían tantos aviones dentro de quince minutos que sospeché que chocarían.

Después de facturar el equipaje y pasar por los rayos X entramos a la zona tiendas y aún nos quedaban diez minutos, así que Dakota, Kristen, Stephenie, Vanessa y yo corrimos a comprarnos un Toblerone gigante y un perfume cada una, que en el aeropuerto salen muy baratos. Yo me compré uno floral de Ágatha Ruiz de la Prada y Dakota consiguió Halloween. Vanessa se compró una fragancia bastante pegajosa llamada Beso, de Ágatha Ruiz de la Prada. La verdad es que ese perfume era tan parecido a su dueña... dulcísimo y empalagoso.

Fuimos corriendo como alma que lleva el diablo a las puertas, a buscar a los chicos, que se habían ido sin nosotras. Los encontramos por fin. Stephenie estaba con ellos.

-¿A dónde iremos, Steph?-ella rebuscó en su bolso y sacó un fajo de billetes de avión, y los miró atentamente.

-¡En cinco minutos! Vámonos.

Nos levantamos y fuimos a una cola larguísima que estaba a punto de embarcar. Intenté fijarme en los pasajeros para averiguar a qué parte del mundo íbamos, pero fue imposible adivinar. Había de todo, chinos, negros, indios, blancos...

Embarcamos y subimos a un gran avión, de esos de dos pisos. El avión tenía el techo azul y la moqueta era amarilla neón. Los asientos eran de colores rosa, naranja y violeta, y más colores del arcoiris. ¿Pero qué clase de avión era éste?

La gente se fue sentando y se fue calmando poco a poco el ambiente. A mí me tocó un asiento verde moco, a Dakota y Kristen, que se sentaban a ambos lados, les tocó respectivamente uno blanco y uno azul neón.

Despegamos casi enseguida y me levanté y fui al asiento de Stephenie. Ella me vio parada delante, con los brazos en jarra y con una mirada inquisitiva.

-¿Qué pasa?

-Uno, quiero saber a dónde vamos. Dos, quiero saber cuánto durará el vuelo. Y tres, qué demonios vamos a hacer en ese lugar.

-Vaya, estás realmente enfadada-me miró algo sorprendida.-¿Acaso no soportas la intriga?

-La soporto en algunas ocasiones.

-Ésta no es una de ellas.

-No.

-Está bien...-Stephenie suspiró.-Uno, vamos a Asia.

-¿Qué parte?-Stephenie me miró malhumorada.

-El este.

-Una gran pista.

-Dos, el vuelo durará más de diez horas.

-Este de Asia, atravesar el Pacífico no lleva diez minutos precisamente.

-Eso mismo. Y la tercera...-miró dudosa a Paulo, que negó con la cabeza.-No sabemos.

-Sí sabéis, sólo que no queréis decírmelo, ¿o creéis que soy ciega?

-Oye-Paulo me cogió por el cuello de la camiseta y tiró bruscamente hasta que su boca quedó al lado de mi oreja.-No vamos a decirlo en voz alta. Puede haber espías, y sabemos de sobra que nos pueden oír si están en cualquier parte de este avión. Así que deja de fastidiar y ten paciencia, ¿vale?

Me erguí y borré de inmediato la cara de susto que se me había quedado al oír la amenazante voz de Paulo a unos centímetros de mí.. Lo miré con altanería y volví a mi asiento.

Kristen y Johnny jugaban al ajedrez, cómo no, y como yo estaba a la izquierda de Kristen y Rob también quería estar a su lado todo el vuelo, la mesa de ajedrez era el mismo Rob.

Dakota parecía estar leyendo con mucha atención Harry Potter y la Piedra Filosofal, pero en cuanto me senté a su lado cerró el libro bruscamente y me miró ansiosa.

-¿Qué pasa?-la miré, un poco asustada.

-¿Vamos a tener otra charla psicológica?

-Emm...-miré mi mochila, entreabierta en el suelo. En su interior podía ver el borde de mi iPod verde. Suspiré. Dakota miró hacia donde miraban mis ojos y el desánimo se reflejó en su rostro cuando vislumbró el iPod.

-Ah...-dijo, triste.-Ya veo que no estás de humor.

-¡No! Vamos a hacer algo juntas. Pero no otra charla.

-¿Entonces qué?

-Humm...¿que tal si inventamos un juego con la ayuda de nuestro amigo...-Rob me miró sospechosamente, pero yo me agaché y cogí un CD de mi mochila.-...Jason Mraz?

-Te pasas hablando de ese tío.-murmuró Dakota.

-Pues ahora vas a ver. ¿Te sabes las letras de las canciones, no?-ella asintió.-Pues vamos a inventar letras nuevas.

-Interesante propuesta. Vamos con I'm Yours ¿sí?

-Vale. Vamos con la segunda estrofa, ¿sí?

-Vale-respondió Dakota entre risas.

-A ver...-saqué mi portátil y abrí el Microsoft Word.-Díctame la letra original.

-¿Segunda estrofa?

-Sip.

-Well open up your mind and see like me, open up your plans and damn, you're free, look into your heart and you'll find love, love, love, love...-cantó ella muy suavemente.

-Con eso nos vale. Buena voz, por cierto.

-La tuya mola más.

-Oh, venga ya.

-Que sí, que eres la ostia imitando a Jason Mraz.

-Ay, gracias-la miré afectuosamente.

-De nada, mujer. Bueno, vamos con la transformación. Tú haces hasta free, y yo el resto.

-De acuerdo. Veamos...-y empecé a escribir en la portátil.-Well open up your mind and be like me...

-No la has cambiado mucho.

-Ya verás. Well open up your mind and be like me, open up your ass and damn, you're gay!

-¡¡Jajajajajaja!!-Dakota soltó una sonora carcajada y algunos pasajeros la miraron con recelo.-Lo siento. ¿¿Abre tu trasero y sé gay?? La has clavado, hija.

-Te toca.

-Look into your heart and you'll find love, love, love, love... veamos cómo cambio eso.

-¿Qué te parece “Go to a gay club and you'll find boys, boys, boys, boys...”?-se metió de lleno Vanessa en la conversación. Dakota se metió un puño en la boca y comprendí que estaba llorando de la risa, como yo.-Veo que os ha gustado.

-Rob sabe tocar la guitarra, en un pispás se aprenderá la melodía de I'm Yours y podréis cantar eso-comentó Kristen, distraída.

-Jejeje, sí, vamos a cambiar toda la letra-respondió Vanessa y se sentó al lado de Dakota. Me quitó la portátil de las manos y escribió la nueva letra.-¿Qué hacemos con la primera estrofa?

Y así nos pasamos la mitad del vuelo inventando letras idiotas entre las tres. Cuando terminamos la canción de I'm Yours y la de Lucky, las dos de Jason Mraz, las tres caímos en un sueño profundo y apacible, todas juntas bajo la misma manta.